martes, 12 de julio de 2011

¿Refaccionan?

Refaccionar: Restaurar o reparar, especialmente edificios (según la RAE). Refaccionar: comer algo durante la mañana para no pasar pena hasta la hora de la comida (según los guatemaltecos). Suerte que nos explicaron qué era refaccionar a nuestra llegada a Guatemala. Si no, cuando hoy nuestra amable compañera Cecilia nos ha traído una carta de bar con diversos postres, diciendo: "ha venido la mujer del refaccionamiento, les traigo la carta por si quieren algo. ¿Refaccionan?", no habríamos sabido qué responder. A mí refaccionamiento me sonaba a cartilla de racionamiento. En definitiva, habíamos traído Chips Ahoy al trabajo y ya nos las habíamos comido, con lo que hemos dicho que no. Pero mañana habrá refaccionamiento auténtico, por qué no.

Mientras esto pasaba, en la esquina de nuestra tienda/oficina, el copiloto de uno de los buses típicos de Xela gritaba con voz cantarina: "Hiper, licorera, hospital" o otros lugares relevantes de la ciudad. No hay carteles de bus que indiquen la parada ni digan dónde va cada línea. El copiloto baja y lo anuncia a voz de grito. Parece ser que nuestra calle es la vía donde coinciden todas las líneas de bus porque oímos esta cantinela constantemente. Ahora vemos como algo normal que estas furgonetas sean los buses, pero en nuestro primer día aquí no fue tan evidente, ni mucho menos. Estábamos en la calle donde nuestro amable vecino panadero nos había dicho que había la "parada" de bus, y en la altura donde se suponía que estaba. Vimos una furgoneta por detrás y unas 3 personas que se montaban. Le pregunté a Jair, divertida: "¿Crees que eso es el bus?". Ella me respondió: "No, ¿cómo va a ser eso el bus?". Y yo: "No, claro". Seguimos hasta la siguiente esquina, donde había gente esperando y preguntamos a dos mujeres si allí era la parada para ir al centro comercial La Pradera. "Bueno, era allá bajo, pero esperen aquí y cuando pase un bus lo paramos". Resultado, vino otra furgoneta y nos dijeron: "Agarren este". Efectivamente, la furgoneta era el bus, y la parada era el lugar donde aquellos 3 se habían montado, pero nos dejaron entrar al bus allí "con mucho gusto", como siempre aquí. Parecía algo flexible, estos buses se paran donde tú les pides, y se podría pensar que el pasaje sería algo caro, pero no: 1,25 quetzales (11 céntimos de euro). El taxi de vuelta, en cambio, nos costó 40 quetzales. Tampoco es que algo menos de 4 euros sea demasiado por un trayecto de 10 minutos el domingo por la noche. Pero en Barcelona el taxi no cuesta 32 veces más que el bus. Aquí es evidente: la desigualdad es mayor.

Hay muchas personas indígenas, muchas mujeres con sus trajes coloridos vendiendo verduras y otros alimentos por la calle, en la que se amontona la basura detrás de la parada (parece que los cubos de basura no están de moda). Pero no todas las mujeres que llevan trajes típicos, que son la mayoría, son indígenas. Eso sí, todas llevan unas sandalias que a cualquiera de nosotras nos gustaría llevar en España. Aquí no las llevaríamos, y de hecho no las llevamos. Total, se pone a llover cada día a primera hora de la tarde y no para hasta la madrugada. Por la mañana sale el sol a las 4 y pico. A las 5:30 entra luz por nuestro techo de algún material parecido a la uralita y canta el gallo, con lo que me despierto sin ayuda de alarmas, ni Jair, ni cubos de agua... Increíble, ¿no? Ayer lunes, mientras esperábamos delante de casa a que nos vinieran a buscar, nos sentamos y tomamos el sol de 8 a 8:45h. Picaba como si estuviéramos en la playa a las 11 de la mañana. Ese rato fue muy productivo: pudimos comprobar que de Barcelona en Xela tenían algo más que las banderas del Barça colgadas del espejo retrovisor: pasó una furgoneta, atención, ¡de l'Ajuntament de Barcelona! Sí, sí, tenía las letras del logo que tan bien conocemos en la puerta del copiloto. Cómo ha llegado la furgoneta aquí, eso ya no lo sabemos. Pasó rápido y no tuvimos tiempo de ir a preguntarlo, ni siquiera de sacar la cámara y hacer una foto.

De nuestra patria Jair ha querido traer algo más que su capital intelectual. Quiere que el "caldo de pata" se llame "sopa de pollo", ponga lo que ponga en el menú del día. También nos empeñamos en acabar la "carrera", cuando tiene mucho más sentido llamarlo "maestría", como hacen aquí. ¿Qué carrera, la de correr, la profesional? No, los estudios. Claro. Aunque pueda que "Frank Furt" merezca que su nombre se escriba todo junto, ¿no? Y quizás necesitaríamos que precisaran más cuando dicen "Ahorita mismo"... ¿En unas horas? ¿Mañana? ¿A poder ser nunca? No conseguimos descifrarlo. La "reservación" es descifrable. Jair ya intuyó que no llamarían al "saco de dormir" por ese nombre. Bingo, a eso que se utiliza para dormir cuando no hay sábanas le llaman "sleepy". También acertó con el "celo": a la cinta adhesiva le llaman "tape". Y cuando se trata de los platos en los restaurantes, entonces sí que no entendemos nada. Jair ya está contenta cuando le aseguran que no pica. Estamos probando de todo y la verdad es que aún no hemos encontrado nada que no nos guste. Así que no os preocupéis, ¡no pasamos pena alguna!


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