martes, 26 de julio de 2011

Chispazo

Volvíamos del híper o de La Pradera, depende de si se utiliza el nombre popular o el formal. En bus, como hacemos siempre desde que Nacho está aquí, aunque sea de noche. Ya no somos dos chicas solitas e indefensas. Nos hemos subido a un bus prácticamente lleno, con sólo unos "asientos" libres en una tabla de madera detrás del asiento del conductor y el copiloto. Yo me he puesto justo detrás del conductor, dándole la espalda, encajonada entre la pared, la bolsa que sujetaba Jair y las piernas de los señores de delante mío. He observado el bus con detenimiento. Era como una de esas estructuras de coches que han sufrido un atentado, es decir, sólo el esqueleto. Vestido con ruedas y asientos, claro. Y una luz. Me he dicho a mí misma que era curioso ver una bombilla en el techo de ese vehículo. Y he podido comprobar personalmente que tenía un funcionamiento tan o más curioso. Resulta que los señores de delante nuestro se han bajado antes que nosotros y nos hemos cambiado a su asiento para ir más cómodas y mirando hacia adelante. Ha sido hacer el gesto y se ha ido la luz. La iluminación de la calle permitía ver un cable cortado colgando del sitio donde nacía el cinturón del conductor, justo donde yo había estado sentada, y también la mano del conductor buscando algo a tientas. Le he preguntado si le ayudaba a buscar algo. "El cable" ha sido su respuesta. El "otro cable" estaba en el suelo, yo había desmontado el tinglado al moverme. Ha sido agarrarlo y ver saltar una chispa. "Vale, no quiero morir electrocutada". Lo he soltado con un grito. La gente se debe de haber pensado que me ha dado un chispazo, pero no. Sólo era un aspaviento. He decidido que no era para tanto y he vuelto a agarrar el cable. Todo normal. Le he dicho que el cable del suelo no era suficientemente largo para alcanzar su mano. Entonces a venido "el chillón", un niño de unos 12 años, y ha unido los dos cables. Yo no había caído en eso. Mientras los enroscaba sin ningún reparo la luz iba y venía. Hasta que ha vuelto a su situación inicial. Yo le iba a decir al chico que parecía una discoteca, que sólo le faltaban unos auriculares y música y parecería un DJ. Pero me he controlado. Seguramente no me entendería o no sabría de qué le estaba hablando. El castigo por montar tanto alboroto ha llegado cuando he bajado del bus. Me he dado con la cabeza en el marco de la puerta. No quería ser menos que Jair el domingo, cuando le tocaron el culo y del sobresalto se pegó en la frente al bajar del bus.

El motivo de ir a La Pradera era ir al cine a ver la última película de Harry Potter. Aunque nunca acabe de estar satisfecha con la adaptación del libro y encuentre algunas caracterizaciones mal hechas, tenía que acabar de ver la saga. Así que he arrastrado a mis dos compañeros a ver el desenlace final. Creo que les ha gustado más que a mi. Yo no podía meterme en la película con esas voces tan poco suyas, ese doblaje con acento centroamericano. Para mí le ha restado grandilocuencia a la película. Pero la volveré a ver en versión original y todo tendrá más sentido, no tengan pena.

Hoy yo "he llevado" a Jair y a Nacho al cine, pero esta mañana, cuando Jair me enseñaba las fotos del hotel de nuestras vacaciones de dos días en Belice, y yo le he dicho que era mejor de lo que me pensaba, ella me ha dicho: "¿Tú que te crees? ¡Que yo no te llevo a sitios malos!". Las mismas palabras que utiliza mi padre en estas situaciones. Sólo me faltaba citarlo a él, aquí. Pues eso, Papá, que Jair me busca sitios buenos. No pases pena por mí.

En Innova hoy hemos hablado con nuestra compañera Cecilia sobre el fin de semana. Teníamos la intención de ir a ver al equipo local de fútbol, el Xelajú, al campo. Dicen que son la mejor afición de Guatemala y queríamos comprobarlo. Pero nos ha informado de que este fin de semana juegan fuera. Lástima, otro sábado o domingo será. Al cabo de un rato, y como alternativa, nos ha traído un panfleto anunciando un repertorio de poesía guatemalteca para este viernes y sábado noche. Creo que es una buena alternativa. Si ya nos cuesta entender a las personas cuando hablan normalmente, intentar comprender poesías puede resultar todo un reto. La misa es otra de las paradas obligadas del domingo. A ver si es verdad y nos culturizamos un poco.

He dejado para el final un dato revelador que hemos descubierto hoy Jair y yo. Esta mañana hemos encontrado cómo mirar cuántas visitas había tenido el blog. No podíamos dar crédito a la cifra que ha aparecido en pantalla: 1368 visitas en 18 días que lleva el blog abierto. El grupo de lectores (o personas que simplemente han abierto la página, no estamos diciendo que todos nos lean) más numeroso son los españoles, pero seguidos de los guatemaltecos. Nos preguntamos qué les deben parecer nuestras reflexiones al pueblo que nos ha acogido. Seguramente se ríen bastante de "Las gringas de Xela" y sus ocurrencias. Si es así, nos alegramos. No tengan pena, hay "Gringas de Xela" para rato. Si no nos echan antes.

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