martes, 2 de agosto de 2011

Derecho indígena

"¿Don Julio, es seguro para las mujeres que van solas caminar por esta carretera?", he preguntado al gerente de Copikaj, que nos acompañaba a comer a Jonathan (compañero de Innova), a Jair y a mí a San Juan La Laguna en carro. "Sí, no hay problema, a las mujeres de aquí no les hacen nada", me ha respondido. He dicho: "Ah, entonces sólo las turistas no estamos a salvo... Ya me quedo más tranquila". Pero él seguía con lo suyo: "Piensa que si alguien ataca a alguna mujer lo atrapan y va a la hoguera". "¿Cómo? ¿Que lo queman?". "Sí, aquí las cosas son así", ha dicho. Jair y yo nos hemos mirado y hemos dicho a la vez: "Derecho indígena", y hemos sonreído aunque la situación no era para eso. El proyecto de Nacho va sobre comparar el Derecho indígena con el Derecho estatal y ya nos había comentado algunas de las barbaridades del "tomarse la justicia por su mano" de aquí.

Hablábamos de esto pero teníamos que estar muy concentradas en la carretera para no marearnos. Yo nunca había visto unas carreteras iguales a las de hoy. Subían, bajaban, tenían curvas muy cerradas, pero sobre todo tenían unos baches que me hacían pensar que el coche se quedaría allí. Y eso que era un todoterreno. De hecho, de vuelta después de comer el coche se ha apagado en una subida. He temido por... todo. Jonathan lo ha vuelto a encender pero el carro no ha respondido y se ha ido para atrás un poquito. Momento en que mil pensamientos te cruzan la cabeza: "nos vamos a quedar aquí, vamos a tener que empujar el todoterreno en subida bajo la lluvia, va a venir uno por detrás y nos va a chocar... Estamos en medio de una carretera de montaña que une San Juan con Santa Clara sin nada cerca...". Entonces el coche se ha encendido y hemos continuado tan tranquilos. La carretera estaba salpicada con personas que cargaban troncos y más troncos en la espalda. Una abuelita muy arrugada, muy encorvada y muy bajita llevando a cuestas un gran cargamento me ha apenado especialmente. Aunque los niños que no llegaban al metro de estatura calzados con botas y cubiertos por un plástico de colores que pastaban al ganado también daban cierta pena.

No ha habido más sobresaltos hasta llegar a la Cumbre Alaska, 3015m de altitud. Después de haber estado en Santa Clara La Laguna, en la casa (de una estancia, con techo de uralita) del hermano de Don Julio viendo cómo elaboraba una cesta para nosotros, y en San Juan La Laguna, donde hemos comido, hemos ido a Santa Catarina Ixtahuacán. Llegando allí había tanta niebla que no se veían a los camiones hasta que estaban "a la par" (al lado), y eso que tienen más luces que una discoteca. Allí hacía frío y llovía. Ha sido bajar del carro y adentrarnos en un callejón de barracas, no sólo con techos de uralita sino todas ellas de uralita. Se había ido la luz y las artesanas no podían utilizar las máquinas de coser. Nos han enseñado cómo utilizan los telares de cintura y sus producciones, que son de una calidad altísima. Eran las más espabiladas del pueblo, tal y cómo nos ha corroborado Jonathan. Pero las casas de dónde salían eran un espectáculo: suelos de barro, gallinas, "láminas" (de uralita), lluvia, frío... Yo no sé si duermen en hamacas o dónde, porque en ese suelo sinceramente no podrían. Pero no todas las casas son así. Hay algunas casas que podrían encontrarse en Estados Unidos. De hecho, he preguntado a Jonathan por esas casas y me ha dicho: "son de los familiares de los que trabajan en Estados Unidos". Son los que tienen suerte de un pueblo que tuvieron que construir de cero porque se desmoronó por las lluvias torrenciales.

Las lluvias provocan también que la carretera parezca un río de barro. Las laderas de las montañas por las que pasan las carreteras están "cortadas" tan bien que cada vez que llueve se desmorona todo y da la sensación que no quede nada para caerse entera. De mientras parece que vas nadando...

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